En el marco de una de las reuniones plenarias* de la AcAU se debatió acerca de la creatividad y su impacto en la generación del proyecto arquitectónico. El arquitecto y académico Antonio Antonini fue invitado a ampliar su visión sobre el tema. La relevancia del mismo nos animó a compartir su texto con nuestros lectores.
Por Antonio S. Antonini, arq.
Estimados Colegas Académicos,
Hace algunos días animado por la exposición o “debate”, que nos es habitual en estas reuniones “académicas” se me ocurrió insistir en el sentido creativo que tiene nuestro quehacer, (de la arquitectura), calificandolo como ”creación”, oportunidad que fue aprovechada para invitarme a dar una explicación más precisa respecto del sentido y entidad de esa afirmación.
Esa circunstancia y la importancia que tiene esta definición me compromete a analizar el proceso “creador” necesario, y previo a la concepción de la obra arquitectónica y desentrañar el sentido de la palabra usada, para que pueda ser sometido a una consideración crítica (donde haya verdad ó mal uso del término).
Desde una formación, que depende de consideraciones culturales personales y que suponen un pensamiento “que comienza con el consenso respecto de una cultura hoy llamada “occidental y con impronta en buena medida del judeocristianismo», he buscado el valor y sentido de ciertas expresiones que fueron usadas para explicar las grandes y permanentes preguntas del hombre frente al origen del universo, del mundo, de la vida, de la naturaleza, etc. por pensadores/filósofos, en sus tiempos.
Cito a continuación:
«Creación es el acto de un SER que es CAUSA PRIMERA».
Leo que en los tiempos de San Agustin (aprox. 354 d.C), quien con Plotino (aprox. 230 d.C) filósofo helenístico -autor de la Teoría Emanatista- concluyen que la Creación (del mundo) “emana” por una voluntad libre de Dios.
Santo Tomas, (aprox. 1230 d.C) también sostiene «la concepción de una Causa Primera» (ex nihilo), de la nada; donde la naturaleza, el mundo, el hombre, son seres contingentes que deben su existencia al Ser Necesario.
Antes de ellos, Aristóteles (385 a.C) en su Física, que en realidad es un tratado de metafísica, indaga sobre la materia, el movimiento y la forma, el espacio, el tiempo, lo infinito. Un Ser que es origen inmutable,“Acto Puro”, un Dios que no es el ser antropomórfico frecuentemente imaginado.
Me es caro mencionar al protoracionalista Baruc Espinoza (aprox. 1632 d.C), quien indaga -en el contexto de un mundo cristiano y no particularmente afín a sus orígenes- sobre Dios y el destino humano, y como pensador, en las Causas o la Substancia, en un origen, que está unido ó fundido con la Naturaleza.
Y siguen las citas hasta nuestro tiempo con recuerdos de anteriores y actuales sentidos sobre la terminología anteriormente usada adjudicando su vigencia creadora, a Dios o a la Naturaleza.
Por lo tanto es pertinente decir que en el proceso de “hacer arquitectura”, además de señalar competencias técnicas, económicas, y compromiso con la cultura del tiempo, cuestiones que son en cierto modo mensurables, existe una IDEA que es intelecto más emoción, es decir un «momento creativo” donde hay cosas “que son del orden de lo no-dicho” (de Jean Nouvel) que concurren en un instante para hacer posible la llegada a la IDEA que precede a la Obra.
Después de estas primeras consideraciones tendríamos la oportunidad de hacernos esta pregunta:¿una obra de arquitectura es una “creación” en los términos anteriormente citados?, o cómo la explicaríamos y qué calificación deberíamos asignarle.
De nuestra disciplina
Siempre que he tenido que explicar la entidad de la arquitectura, tal vez como arte “necesario”, respecto de las demás “artes creativas”. Me refiero al obligatorio e ineludible deber de proveer el abrigo a las necesidades del hombre, a su vocación gregaria, y a su vez a la consecuente pertenencia a un espacio cultural, a la economía y a las nuevas tecnologías, asumiendo además, las responsabilidades civiles y penales para ejercerla. Los arquitectos estamos permanentemente “de manera directa o indirecta participando en nombre de la seguridad, o del dinero y frecuentemente expuestos ante una censura crítica o el rechazo.
¿Qué es entonces lo que debemos investigar o señalar en el continuo proceso de concebir arquitectura? Desde los antiguos textos, después de habernos alimentado con los conocimientos acumulados en Vitruvio, sus Tratados y sus tres principios, los Tratados sucesivos….., los principios de la Modernidad, la crítica visión propuesta por la Postmodernidad, la utópica universalidad, la globalización, etc., deberemos estar dispuestos a construir nuestros saberes, memoria y experiencias para crear nuestra síntesis e intuir la idea e inventar (tal vez podremos decir que estamos dispuestos a invadir el espacio original,/el vacío, con un/ Artefacto, que es materia concebida con un destino principal, que es la satisfacción de la necesidad).
Es entonces, ¿es la Arquitectura el producto de una invención necesaria? Creo, que a la necesidad hay que sumarle una indudable acción de la mente influida por procesos intuitivos, sensibles a las circunstancias culturales que se viven durante la “concepción del proyecto y a las artes, instancias o momentos que son la “interfase” -para utilizar una denominación actual- para construir lo que es la IDEA”.
Comienzo con una sintética descripción/explicación, de algunos recursos que ayudan al proceso generativo de la idea arquitectónica.
De El Boceto arquitectónico en la era digital de J. Llopis Verdú, M. Gimenez Ribera, y Barros da Rocha e Costa , U.P de Valencia:
«Es importante destacar la aparición de textos que desde una posición analítica reivindican la gestualidad manual como imprescindible en el proceso creativo, vg. La mano que piensa de J. Pallasmaa, ó El Artesano de Richard Sennet.”
La importancia que adquieren estos momentos donde se suceden los procesos creativos que anteceden a la construcción (casi final) de la Idea se manifiestan en los “bosquejos”, cuadernos de notas o en otros soportes que manifiestan con gran rigor el proceso donde se encuentran valores que nos permiten entender el desarrollo del proyecto.
Este procedimiento fue usado por muchos arquitectos en los distintos períodos históricos, (Miguel Ángel, Palladio, Le Corbusier, Amancio Williams, y muchos otros).
Viollet-le-Duc, escribe en su historia de un diseñador: «(…)dibujar es el mejor método para desarrollar la inteligencia, la cabeza y formar el juicio, porque es el camino para aprender a ver y aprender a ver es conocer; dibujar y escribir se convierte en la senda del aprendizaje para seleccionar influencias; todo lo que es absorbido y registrado en vuestras cabezas, dice, se guarda en la colección de ideas acumuladas en la memoria».
Herman Herzberger (1958) nos deja en sus cuadernos un ejemplo de la importancia del dibujo/“sketching”, conjunto de pensamientos susceptibles de ser corregidos y ordenados en función de una idea perseguida. Heidegger, dice: “los que pregonan la plena superación del boceto manual esconden o ignoran que el uso de la mano forma parte fundamental del desarrollo cognitivo del ser humano desde los primeros momentos de su crecimiento orgánico, y concluye “toda obra de la mano concluye en el pensar”.
El proceso de lo proyectual cuenta en la “casi certeza o en la indecisión” y se ayuda con el dibujo “ambiguo”, en la tentativa de encontrar el objeto, la forma que responde a la necesidad, con una serie de “saltos intuitivos” basados en la memoria que atesora un universo de ideas que nos acercan a la idea buscada. El dibujo sería entonces no tanto descriptivo como generativo.
De los instrumentos que ayudan o descubren nuevas instancias a los procesos “creativos” en la Arquitectura.
En las últimas décadas se ha experimentado una profunda transformación en los hábitos proyectuales con la incorporación del ordenador como medio de manipulación gráfica de cuyos atributos los arquitectos podremos valernos para acceder a un nuevo universo tecnológico y formal antes impensado. “La potencialidad del medio informático ha modificado sustancialmente la forma en que se representa la arquitectura, inundando publicaciones y concursos con elaborados “renders” que permiten la reproducción muy realista del proyecto en un proceso que ha “virtualizado» la producción arquitectónica llegando en algunos casos casi a sustituirla.
Pero la introducción del ordenador en el proceso proyectual de la obra arquitectónica tiene una vertiente mucho más profunda, la que hace referencia a la dependencia directa del moderno software de manipulación gráfica no tanto para representar la arquitectura como para idear, para hacer posible la manipulación de formas cuya representación era imposible con las tradicionales técnicas de regla y compás.
Hoy podemos representar casi cualquier cosa, lo que en cierto modo quiere decir que podemos proyectar casi cualquier forma. Así, el mundo de la arquitectura se ha sumergido en un mundo de geometrías extremadamente complejas, fruto no no tanto de la manipulación gráfica directa como de oscuros e incomprensibles procesos matemáticos ejecutados en las rutinas/entrañas del ordenador.
Ante la sorprendente libertad adquirida por esta nueva interfase, el proceso creativo deberá también al mismo tiempo responder al dominio instrumental, desarrollar un renovado sentido crítico, su aprendizaje y solo de ese modo su uso podrá seguramente abrir el nuevo horizonte pretendido a la comprensión tecnológica, espacial y formal que signifiquen ideas nuevas, que a su vez serán los instrumentos y no sólo fin en desmedro del servicio, un valor perseguido por la buena arquitectura de todos los tiempos.
*Las reuniones plenarias de la AcAU son mensuales y se realizan con todo el cuerpo académico con el fin de debatir acciones y temas de interés para la institución.